El Estallido Social que ocurrió en Chile fue tan potente porque fue un fenómeno completamente orgánico, transversal y como nunca tuvo líderes nadie se lo pudo adjudicar. Por eso es que el gobierno de Piñera nunca pudo neutralizarlo y por eso es que sólo pudo ser apaciguado con el proceso constituyente para enterrar la constitución de Pinochet. Un símbolo extremadamente potente a los que muchos aún no le toman el peso. Por supuesto que desde el octubrismo/extrema izquierda consideran que aquello “no es suficiente” y en su irracionalidad habitual siempre han querido “ir por más”. Una fantasía delirante ya que todos los antecedentes indican que estábamos más cerca de una masacre que de la renuncia de Piñera.
El otro error de la extrema izquierda es creerse que son los únicos representantes del pueblo. Por supuesto que representan a una parte, pero es una parte mínima y no por nada llevan acumulando derrotas elección tras elección. Daniel Jadue perdió ante Gabriel Boric y Eduardo Artés sacó apenas el 1,45% de los votos. No queremos ser pesados, pero la realidad muestra que electoralmente no tienen ningún peso. Por supuesto que ellos se defenderán diciendo que “no participan en la farsa de las elecciones” y está bien, cada uno hace lo que quiere, pero lo único que demuestran es que son una absoluta minoría y están bastante lejos de representar “al pueblo”.
Supongamos que por alguna extraña razón Eduardo Artés salía presidente. Entre subir el suelo mínimo a un millón de pesos, expropiar todas las empresas, abrir las fronteras y autorizar el retiro del 100% de los fondos de pensiones, no sólo tendrías al país quebrado en 6 meses, tendrías al 90% del país protestando para pedir su salida. Porque eso es lo que la extrema izquierda y el octubrismo no quieren asumir: LA GENTE NO QUIERE UNA REVOLUCIÓN. Quiere vivir tranquila, con salud y educación garantizada, tener un buen sueldo, poder ir al mall, comprarse un Smart TV de 50 pulgadas, salir de vacaciones. La extrema izquierda sólo tiene para ofrecer pobreza. Pobreza “en nombre del pueblo”, pero pobreza a fin de cuentas.
Hasta el más izquierdista de los gobiernos tiene que dedicarse a gobernar y pensar en qué es lo mejor para el país considerando innumerables factores. Tiene que ejercer el orden público, tiene que controlar el ingreso en las fronteras, tiene que respetar los tratados internacionales, tiene que detener a los que cometen delitos y tiene que tomar medidas para proteger la economía. Querer que un gobierno no gobierne está bien para estudiantes secundarios picados a troskos y anarquistas que no le han trabajado a nadie, no para weones peludos que ya tienen más de 20 años.
Para el final dejamos su constante victimización. Si para el octubrismo “todos los gobiernos son lo mismo”, si para ellos Gabriel Boric es lo mismo que Sebastián Piñera, y que la Democracia no se diferencia en nada de la Dictadura, dejan en claro que simplemente no se puede debatir con ellos, es como si quisieran de verdad estar en una Dictadura para poder victimizarse con propiedad. Lo más chistoso es que la extrema izquierda vive diciendo que “tienen calle” y la verdad es que lo ponemos en serias dudas, ya que si de verdad la tuvieran, se habrían dado cuenta que siempre han sido una absoluta minoría.