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Un alumno que no quiere estudiar es una mala noticia para el país por varias razones, principalmente porque es un joven que terminará en la cárcel ya que su destino será convertirse en delincuente. En ese sentido, mandarlos al Servicio Militar aparece como una gran solución que mata varios pájaros de un tiro. Los sacas de la vida delictual, les entregas disciplina, les ofreces alternativas a futuro, y permites que el resto de los estudiantes pueda seguir estudiando en paz.
Si queremos tener un mejor país, no podemos normalizar que TODOS LOS DÍAS los secundarios ataquen bombas molotov a Carabineros, cada micro que queman los pendejos anarquistas es dinero que el Estado deja de gastar en derechos sociales, y sólo este año ya han quemado 48. ¿Qué empresas van a querer invertir en Chile si todos los secundarios andan destrozando y saqueando Santiago? Miren como el octubrismo destruyó el Centro de Santiago, todas las empresas terminaron arrancando del lugar.
Si los jóvenes en sus casas no tienen disciplina, ya que sus papás son igual de pastabaseros y octubristas, es deber del Estado entregarles las herramientas para que sean adultos funcionales. Es momento de ponerle fin a la violencia sin sentido y los secundarios no sólo deben ser reprimidos con toda la fuerza del Estado, también deben ser reeducados para que vuelvan a ser un aporte a la sociedad. Un acuerdo político para mandarlos al Servicio Militar, es una excelente idea para quitarles el octubrismo.