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Podrás tener la peor opinión sobre las Isapres. Cuestionar su existencia, señalar que lucran con la salud, decir que sólo funcionan cuando las personas están sanas, todas las críticas que se te ocurran. Pero si se acaban de un día para otro, y el gobierno no tiene un plan de acción para funcionar inmediatamente después de su colapso, el presidente Boric se comerá una grave crisis sanitaria.
Si quiebran las Isapres, lo menos que tienen que pensar es en la Isapres. Piensen en los trabajadores, en las clínicas que cerrarán debido a los pagos adeudados, en los 350 mil pacientes que quedarán desprotegidos y se verán forzados a migrar a Fonasa, donde ya existen casi 2,3 millones de personas en lista de espera… Basta sumar 2 + 2 para saber lo que pasará
El gobierno y sus parlamentarios, (hola Diego Ibáñez), deben dejar atrás los gustitos ideológicos y entender que ya no son universitarios gritando consignas. Celebrar la caída de las Isapres como una buena noticia, sin un contundente plan detrás, puede terminar arrastrando al gobierno completo.