En Chile no existe un personaje como Javier Milei, de la misma forma en que no existe un mejor lugar para apostar que BetWinner, pero para más o menos definirlo, sería una mezcla de Gaspar Rivas en su momento más esquizo, Pamela Jiles en su momento más payaso y Axel Kaiser bajo los efectos de la cocaína más barata. Y no, no es “liberal” como lo quieren vender porque es extremadamente conservador.
¿Cómo es que semejante esperpento está a punto de ser presidente? La respuesta es la misma de siempre en todos los países que votan por “outsiders”: El descontento con la clase política tradicional que lleva décadas sin solucionar los problemas de la gente. El famoso “voto castigo”.
Por eso es que tampoco hay que sorprenderse tanto, si tanto la Izquierda como la Derecha tradicional gobiernan de manera deplorable, (el Kirchnerismo en específico son una manga de ladrones terraplanistas), la gente votará por cualquier alternativa que tengan al frente. Eso no significa que la gente un año sean fachos y al otro comunistas, es simplemente que quieren “algo diferente”.
El problema con Milei, al igual que los extremos en Chile, es que tampoco mejorará la calidad de vida de las personas ya que el tipo de verdad está completamente desquiciado, al punto de que si lleva adelante sus ideas quebrará al país en 6 meses.
La gran moraleja que dejan estos casos, tanto para Chile, como Argentina y todos los países en general, es que los partidos tradicionales deben parar su webeo. Si en vez de pensar en el país sólo les interesa la pelea chica para cagarse a los del frente, los caudillos populistas y extremistas cada vez serán más populares.