Un nuevo gravísimo caso de secuestro y tortura se registró en el país, luego que un hombre ecuatoriano estuviera 50 horas encerrado en un CENTRO DE TORTURA en Recoleta, donde más encima una vez liberado se tuvo que ir del país debido a las amenazas. Los culpables, de manera completamente predecible, resultaron ser venezolanos. Un artículo de Radio Bío Bío detalla:
EL JOTEO
Cayó en las “redes” del crimen organizado de una forma poco ortodoxa. Si bien es ecuatoriano, un mes antes conoció a una mujer venezolana en el Gold Club, una disco ubicada en el corazón del Barrio Bellavista, frecuentada por la diáspora del país caribeño.
Ella dijo que su nombre era Sofía. A él le gustó, simpatizaron e intercambiaron números de teléfono. Hablaron por WhatsApp. Se vieron un par de veces. En ocasiones, probablemente para impresionarla, asistía al club con sus joyas: una cadena, una pulsera y dos anillos. Todas de oro y, según la investigación, avaluadas en $6,8 millones. Ese miércoles acordaron pasar la noche juntos. Le compartió su ubicación y él fue a su encuentro.
Tal como Sofía le pidió, esa noche acudió a la ubicación que le compartió. Allí llegó en su SUV, un Peugeot 3008 blanco, año 2017, por ese entonces valorado en $18 millones. Estaba acompañada por otra mujer, que nunca había visto.
Una vez allí, le pidió si podían acercar a su acompañante a donde su “amiga del alma”, una colombiana que él conoció en ocasiones anteriores. Había ido antes, así que conocía el camino. Enfiló hacia Belisario Prats 1850, en Independencia, a unas cuadras del Hospital San José.
EL SECUESTRO
Allí comenzó todo. Sofía y su amiga se bajaron. Acto seguido, por delante se puso un Kia Morning gris.
—Se bajaron cerca de cuatro hombres, todos con armas de fuego cortas, como pistolas. Por el acento de todos, eran de nacionalidad venezolana.
José Zambrano fue rápidamente reducido. Le quitaron su iPhone y lo bajaron del auto. Lo subieron en los asientos traseros del Kia Morning. Viajó custodiado por tres sujetos, más el piloto y copiloto. En todo momento lo llevaron con la cabeza gacha. Perdió todo sentido de orientación.
LAS TORTURAS
Lo llevaron al fondo del pasillo, a una habitación con las paredes ensangrentadas.
—En el lugar, entre dos sujetos me asfixiaron con una toalla, tirándola cada uno de ellos desde un extremo, provocando que perdiera el conocimiento. También me dieron golpes de puño en el abdomen, patadas, me pegaron con las pistolas en la frente. Acto seguido, lo amedrentaron diciendo que tenían presencia en “todos lados”. En Santiago, Chile e incluso en Perú.
Luego, por videollamada, se comunicaron con el líder de su banda. Del otro lado había un tipo mayor, de 45 o 50 años, gordo, calvo, con fusil en mano y acento venezolano, al que los captores llamaban “Viejo”. Supuestamente estaba en una cárcel en Venezuela. A distancia le explicó las condiciones: debía pagar $100 millones para ser liberado.
—Los sujetos que me tenían secuestrado habían tomado mi celular, y observaron unas fotos que me había enviado mi papá desde Ecuador, pensando que mi papá era millonario, diciéndome que lo llamarían para que pagara él por mí.
ROBO EN SU DEPARTAMENTO
En el intertanto, la banda irrumpió en su departamento. Ya pasada la medianoche, entraron dos hombres y una mujer con llave en mano. En el domicilio estaba su concuñado, un cuñado y el hijo de su mujer, de cinco años.
En el acto amenazaron a los presentes y los pusieron al día de la situación: Zambrano estaba secuestrado y querían llevarse las joyas. Tanto así, que los atracadores realizaron una videollamada a los secuestradores.
Revolvieron toda la casa, se llevaron algunas cosas, pero no encontraron los objetos de oro y prometieron volver. A los cinco minutos llegaron hasta donde lo tenían retenido, por lo que intuyó que estaba cerca de su casa.
Pasadas las 1:00 de la madrugada, el jueves 16 siguieron presionando a la familia. El concuñado puso al tanto a la mujer de la víctima, que no estaba en el departamento cuando los delincuentes irrumpieron. Cuando ella volvió a casa, le explicó lo sucedido y las “andanzas” de su pareja. Minutos después, a las 1:16 horas, ella recibió una videollamada vía WhatsApp desde un número con prefijo peruano.
Al otro lado, venezolanos a rostro cubierto pedían un rescate y las joyas. Le mostraron a su marido, quien lucía golpeado y atado. En el acto, él le dijo que accediera a lo que pedían.
No volvieron a contactarse, pero tampoco liberaron a la víctima esa noche. Ante eso, bien entrado el día jueves, a las 13:55 horas, la esposa recién denunció el caso a la PDI.
AMENAZAS Y SALIDA DE CHILE
Horas después, durante la madrugada del viernes, lo volvieron a la sala de torturas de Recoleta. Desde allí, casi 24 horas más tarde, lo llevaron hasta un punto desconocido. Lo abandonaron cerca de su auto y le lanzaron las llaves. Condujo sin rumbo hasta que preguntó en la calle dónde estaba la Alameda, lo que le sirvió de punto de referencia para llegar a casa.
Sin embargo, la pesadilla no acabó ahí, ya que con su familia decidió irse del país a raíz de lo sucedido.
—Estos sujetos me dejaron amenazado. Dijeron que debía vender mi auto y pagarles $10 millones, si no ellos me matarían a mí y a mi familia. Me dijeron que nos tenían vigilados.